El estudio de las modalidades de habla del español de poblaciones cuya primera lengua es el quechua, el aimara o alguna otra lengua ancestral americana, ya sea que estas modalidades se den en contextos rurales o urbanos, ofrece elementos para repensar nuestra comprensión teórica del lenguaje: a) la mezcla y la variación no son accidentes o desviaciones de una lengua, sino su realidad primera y constitutiva; b) una lengua es toda “natural” (genéticamente constituida) y toda “construida” (social e históricamente constituida), cuya función es la articulación: crea articulaciones hacia adentro de ella misma (fonético-fonológicas, sintáctico-semánticas y discursivas) con el fin de poder crear articulaciones hacia afuera, virtualmente con todas las entidades del entorno. Tal juego de articulaciones genera contactos y encuentros múltiples, heterogéneos y novedosos, nunca acabados, sino siempre en proceso de constitución. De ahí que no haya lenguas o dialectos acabados, sino procesos múltiples y singulares que producen transformaciones lingüísticas; de ahí, igualmente, que las articulaciones que las lenguas establecen con el mundo sean siempre abiertas e inesperadas. A la luz de estas consideraciones, la exposición propone desarrollar una ecología política del lenguaje , orientada a explorar las múltiples y complejas asociaciones en las que están implicadas las lenguas y dialectos; a explicitar la manera en que estos actúan y hacen actuar; a describir qué juegos se van armando y qué tramas se van tejiendo en la conformación de un colectivo o mundo común (humano y no humano).
Palabras claves: ecología política del lenguaje, teoría del lenguaje, contacto lingüístico
Autores: GODENZZI, Juan C (Universidad de Montreal, Canada / Kanada)